El nuevo disco de Bad Bunny es todo lo que podría pedirle al reggaetón

Bad Bunny pasó de ser, para mí, una voz imposible que cantaba palabras soeces en clave de trap a uno de los artistas más relevantes e interesantes que jamás vi venir. Acaba de sacar su disco Un verano sin ti y es todo lo que está bien para un exponente urbano, que además viene de una larga serie de éxitos que lo han convertido ya en un ícono. 

Benito Antonio Martínez Ocasio se abrió paso en la escena musical latina entre un sinnúmero de artistas dentro del reggaetón y no fue por suerte, llegó rompiendo estructuras diciendo “YHLQMDLG” (no es gratuito el acrónimo de su álbum que refiere a Yo hago lo que me da la gana). 

El desenfado, la actitud desafiante y las letras sugerentes ya las habíamos visto antes, pero Bad Bunny lo hizo a su manera, sin los típicos moldes de masculinidad latinoamericana, además, dentro de un género musical tradicionalmente machista. 

Para volver al nuevo disco de Benito, debo remontarme también al principio de los 2000 cuando el reggaetón tomó mi adolescencia por asalto, empezando a gestarse una nueva forma de vivir la fiesta y mi feminidad. 

Rakata, Gasolina, Pam Pam

Estaba en bachillerato cuando escuché Felina de Héctor y Tito. Era algo nuevo, extraño y contagioso (como el Covid pero en clave musical latina). En ese momento el ritmo lo era todo, el dembow era abrumador y las hormonas hacían fiesta. 

En el 2006 empezando la universidad ya prestaba más atención a las letras, pero especialmente al estilo de cada reggaetonero. Daddy Yankee tenía mucho flow, Wisin recitaba como si te estuviera regañando a alguien, Randy era como juguetón y Tego un sabio relajado. 

En retrospectiva, creo que lo que más me gustaba del reggaetón era que podía cantar cosas que no estaba acostumbrada a decir, que de hecho, ni siquiera se me pasaban por la cabeza. Aunque eran letras de hombres, que muchas veces cosificaban a las mujeres, hablando de sexo, violencia, lujos y envidias masculinas, había algo muy atractivo en fingir que tenía ese poder. 

Al principio me daba pena cantar, luego me causaba risa y después eran como consignas de liberación. Por primera vez, incluso antes que en alguna película o novela (al menos no con este impacto) veía la sexualidad femenina como algo poderoso, sin la típica carga de culpabilidad; y cuando empezaba a meterse el gusanillo del juicio castigador hacia una mujer que decidía disfrutar, se empezó a encender una alarma que con el tiempo y feminismo he ido entrenando (lo sigo haciendo). 

El reggaetón y su visión de las relaciones

El género en sí mismo encerraba una forma nueva de ver ciertos vínculos entre hombres y mujeres. Desde el coqueteo, el amor (los de una noche y los que se alargaban), la ruptura y el despecho. Ni hablar de los himnos que surgieron para gritar que ahora estábamos mejor, mientras movíamos las caderas con los brazos en el aire. 

El reggaetón se convirtió en una fase del duelo y parecía estar bien, para variar aquello de cantar una canción romántica sobre estarse muriendo de tristeza y entonar en su lugar letras de fiesta que decían que sobreviviríamos a punta de baile. 

Bad Bunny en un tiempo muy corto ha logrado condensar todo lo que le he pedido al reggaetón desde mi adolescencia, sumando ahora temas que no pensé ver reflejados en un género musical que parecía no tener espacio para minorías como la LGBTQ o una visión más feminista e inclusiva. 

Un verano sin ti, mi amor

En la fiesta de Bad Bunny hay algunas cosas que decir. Hay reggaetón y hay denuncia, hay dembow y crítica. ¿Puede el perreo ser una manifestación de inconformidad? El arte puede ser subversivo y transgresor, Benito es escandaloso y no pide permiso: mezcla géneros y ritmos (incluso aquellos a los que algunos dirían que no tiene permitido acceder), temas, artes visuales y vestimentas. 

En Andrea dice: “Ella no quiere una flor / Solo quiere que no la marchiten /Que cuando compre pan, no le piten / Que no le pregunten qué hizo ayer / Y un futuro lindo le inviten / Que le den respeto Y nunca se lo quiten”. La simpleza de las rimas no le quita peso al mensaje, el saludo para los machistas y misóginos que puedan escuchar.  

Sus formas de expresión parecen venir cargadas de declaraciones personales sobre la vida en esta época que dejan en evidencia las nuestras, con sus similitudes y diferencias. Guiño de Apagón y la denuncia al mal manejo de la empresa encargada del servicio eléctrico en Puerto Rico (en el momento que escribo esto, hace 1 hora que publicó en TikTok un video en el que en medio de una fiesta en su país se va la luz). 

De las liberaciones y las costumbres de las que somos esclavos, de nuestros hábitos y excesos, de correr y hacer pausa, de bailar y enamorarse, de no tomarse todo tan en serio (ni siquiera a uno mismo). 

Cantar sobre la decisión de la soledad en Neverita, de la mujer en una posición de poder en una relación casual en Moscow mule y además acompañar el video con tomas donde sus genitales son borrados, son solo un ejemplo más de sus formas de aproximarse a temas como sexualidad y género. 

Un verano sin ti, al igual que YHLQMDLG y El último tour del mundo, son un ejemplo contemporáneo y mainstream sobre la libertad y los procesos creativos. Bad Bunny tiene esos elementos que contagian una necesidad de expresar la vida de un modo más atrevido, más genuino. 

Ahí entran sus colaboraciones con artistas que se inclinan hacia la movida pop independiente, como Bomba Estéreo, Buscabulla y The Marias, explorando beats electrónicos y arreglos tropicales más allá del urbano. 

“No hay revolución sin perreo”

Siempre es hora de conversaciones relevantes, profundas y retadoras que faciliten los cuestionamientos, las vueltas de tuerca necesarias para generar cambios en nosotros, en la sociedad y las comunidades en las que vivimos. 

También hay disfrute, goce, baile y música. El día que no haya, yo no quiero estar. Bad Bunny no tiene que ser el medio de preferencia, lo percibo como una oportunidad de observación de sus ejercicios artísticos y creativos, sin discursos morales ni prejuicios. 

El trapero que se convirtió en el artista más escuchado de Spotify, ícono de la moda y una nueva masculinidad, actor de Hollywood e ídolo mundial, sí, el conejo malo es todo eso, también podría ser: un ensayo de tolerancia, de apertura artística y exploración creativa, puede que en el camino se atraviese el disfrute, uno inesperado, a punta de perreo.

Autor: Sofía Elena Álvarez

Creadora. Alma Caribe. Periodista

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