Cuando dejo la barra a un lado, luego de hacer espuma entre mis manos, a veces, mis pensamientos empiezan a correr como el agua, en una fluidez diferente, en una misma dirección, con un ritmo más pausado, natural.
Parecen estar contenidos en ese momento y lugar, se agudizan los sentidos, habito en esa desnudez de mi cuerpo y en la vulnerabilidad que acoge.
Me desnudo también de otras cosas, distracciones más que todo.
Mis manos siguen moviéndose sobre mi piel casi por inercia y mis ojos se quedan mirando fijamente, mi mente en una especie de trance y el agua al caer es la clave auditiva que me mantiene allí.
Mi atención se posa en las diminutas burbujas sobre la barra de jabón que descansa en la ventanita de la ducha.
La luz del sol de las 9:15am traspasa el vidrio con textura rugosa que impide que otros ojos me observen.
Las burbujas se ven tornasoladas, están vestidas de degradados naranja, rosa, morado, azul, verde, amarillo.
Pienso que se ve hermoso, que nunca me había fijado, que durará poco.
Ese instante es el nacimiento de un mundo esquivo, que dura el tiempo que lo mire, luego se resbalará fuera de mis pensamientos una vez que cierre la llave.
Es bonito, es simple, es nada y es todo. Lo milagroso e inesperado es que lo vi.
Supongo que a esto llaman estar presente.
SOFICCIONAL 