Reescribir el cuento: Justin Bieber, pop, amor y religión

Esta mañana me levanté temprano (para ser un sábado), estaba contenta. Primera mañana de vacaciones después de un año y ocho meses de acumular los días libres con la esperanza de un viaje, ese que hubo que posponer por una pandemia. 

Este sábado también se celebra el día del amor y la amistad en Colombia, país que no lo hace como la mayoría del mundo el 14 de febrero, por temas comerciales, como todos para ser sinceros.

Todavía acostada en la cama me meto en Youtube y veo que hay video nuevo de Justin Bieber, una canción titulada Holy (sagrado). El video al inicio muestra una cruz en la pared y me digo “no, es una canción cristiana”. 

Debo confesar que la religión y la iglesia después de ser una parte importante de mi vida por años, me fueron alejando. O yo me fui alejando de ellas y creando las mías. Sigo rezando, hablo con Dios, me persigno, no sé si por costumbre, porque me hace sentir resguardada de algún modo o porque de verdad, en el fondo, sigo creyendo en lo que me predicaron. 

A ver, sigo creyendo que existe algo más, algo más grande, que nos mueve y da sentido. Pero no estoy segura de que su nombre sea Jesús, Cristo, Buda o Alá. Hace casi dos años que no entro a una iglesia y me he descubierto desviando la mirada cuando alguien me habla en términos religiosos. 

El punto es que la canción de Justin Bieber y la celebración del día de Amor y Amistad me recordó esta idea que tengo un tiempo pensando, con más fuerza desde el 2016 cuando diagnosticaron a mi mamá de cáncer: Dios es el amor y ya

En eso sí estoy de acuerdo con el catolicismo y tantos sermones donde lo escuché: Dios está dentro de cada uno de nosotros. Con riesgo de ponerme en tono complaciente creo que está en la fuerza y disposición que llevamos, en el amor que ponemos a todo: lo que hacemos, lo que nos apasiona, lo que compartimos, lo que nos inspira, lo que aprendemos, lo que damos a los demás. 

Photo by Jez Timms on Unsplash

Mi definición de amor también ha ido cambiando. Meditar sobre el amor romántico, -al que creo que le haré un artículo completo-, feminismo, roles de género, igualdad, minorías, inevitablemente me lleva a cuestionarme casi todos los días sobre conceptos con los que crecí, las historias que me contaron y que luego yo perpetué. 

Como bien dice la doctora Aralia Valdés en su podcast Filosofía Aplicada (a la vida) el amor es un concepto aprendido, determinado por prácticas cotidianas, conductas, estereotipos de género que se esperan y que rara vez son cuestionados. 

Sigo aprendiendo todos los días sobre lo que realmente es para mí el amor, lo que quiero de mis relaciones, de tener más empatía y no esperar que las cosas sean de cierta forma por las ideas prefabricadas (y enseñadas). 

No es fácil, son años de convencionalismos sociales, creencias y expectativas que por mucho tiempo no cuestioné, pero me consuelo con la idea de que si lo aprendí también lo puedo desaprender. En el camino también trato de ser respetuosa con las creencias de los demás.

Lo de Bieber terminó siendo una canción sobre, palabras más palabras menos: Dios como amor. Cada quien podrá darle la interpretación que quiera a ese amor y eso también es sagrado, respetable. 

Esta es solo otra invitación a cuestionarnos y reescribir el cuento. ¿Para ti qué es el amor? 

Por cierto, en esta frase también creo: cantar es orar dos veces.

Autor: Sofía Elena Álvarez

Creadora. Alma Caribe. Periodista

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