Escribir cuentos con la memoria (ejercicio creativo 3)

Escribir cuentos a partir de recuerdos puede ser la chispa inesperada

Pensamos que no somos capaces de escribir un cuento hasta que le contamos a otra persona algo que nos pasó. ¿Has pensado en cómo hablas de tus recuerdos o anécdotas? Seguramente, si prestas atención, encontrarás que ya tienes una base para escribir o contar historias.

Hemos estado hablando de escritura creativa, ideas sobre storytelling y cómo contar la historia de tu vida; quise hablar esta semana sobre escribir cuentos con la memoria porque creo que es un punto de partida perfecto para atreverte y empezar. Al final de este post les comparto el cuento corto de mi recuerdo. 

Si todavía estás dudando de este ejercicio creativo, te dejo estas dos frases de Gabriel García Márquez: “El cuento parece ser el género natural de la humanidad por su incorporación espontánea a la vida cotidiana”; “El cuento surge de un episodio, de una frase. Se me ocurre completo”. 

La estructura del recuerdo

Photo by Jon Tyson on Unsplash

Define una estructura para tu cuento, el recuerdo está ahí y ahora te toca comunicarlo. La fórmula que no falla: inicio, nudo y desenlace. Debes ser capaz de diseccionar eso que te pasó para ubicar cada parte en su lugar. 

Se trata de un cuento, por lo tanto puedes mezclar realidad con ficción. Muchas veces es una ayuda, no solo para facilitar la comunicación de nuestro mensaje, sino también para llenar esos huecos que la memoria ha ido cavando con el tiempo. 

Escribir cuentos es mostrar, no decir

Esta afirmación es para repetirla como un mantra y sí, sé que ya la hemos leído muchísimo pero es fácil de olvidar. Algo que me ha pasado escribiendo en mi diario o con la escritura automática es que empiezo a redactar queriendo sacar todo de una vez, esto no está mal si ese es tu objetivo, pero con el cuento no funciona igual.

Si bien la idea principal es mejor tenerla simplificada, es verdad también que debes brindar la mayor cantidad de detalles posible, crear imágenes y sensaciones que muestren lo que está pasando, no que las digas como si fuese una lista de cosas. 

Crear para que el espectador reaccione

En Inception, una de mis películas favoritas de Christopher Nolan, hay una escena maravillosa en la que Cobb (Leonardo DiCaprio) le cuenta a la joven arquitecto Ariadne (Ellen Page) cómo funciona la mente mientras está soñando. 

Esta película es un ensayo completo sobre la memoria, la mente, los sueños y las historias que nos contamos, y creo que también una lección importante sobre escribir cuentos. 

“En un sueño, nuestra mente hace constantemente esto: crear y percibir nuestro mundo simultáneamente, la mente hace esto tan bien que ni sabemos lo que está pasando, eso nos permite meternos en el medio de ese proceso”, dice Cobb. 

Lo mejor viene cuando Ariadne le pregunta cómo llegan a ese lugar y Cobb le responde: “Cuando tomas el control de la parte creadora (…) Tú creas el mundo del sueño -o el cuento en este caso- nosotros traemos al individuo a ese sueño y ellos lo complementan con su subconsciente”. 

Entonces: dale los insumos necesarios a tu lector para que pueda imaginar perfectamente ese mundo que has creado, al punto que crea cada una de tus palabras y conecte con tu historia.

No eres un guía de safari

La ventaja es que ya sabes adónde va tu historia, desde la primera palabra ya deberías tener trazado cuál es el final y en qué momento entrará la escena impactante, el momento de suspenso, giro o drama. 

Vas a mostrar sin dar todos los detalles desde el principio, irás construyendo el edificio poniendo ladrillo sobre ladrillo, llevando de la mano a tu lector como si de un paseo se tratara. Pero tú no eres el guía de un safari, no explicas. Eres la luz que siguen sin saber dónde terminarán pero que les permite descubrir el camino para seguir avanzando.

Los regresos del abrazo

Este cuento corto que escribí se basa en un recuerdo y también en una pregunta: ¿Si hoy viviera una persona que amas, pero que ya murió, qué hablarías con ella? 

Íbamos por la carretera de regreso a casa, yo estaba en el asiento de atrás mirando por la ventana. Creo que fue una canción en la radio o un recuerdo repentino lo que lo detonó. Estaba pequeña, tenía unos 11 años, ella había muerto cuando yo tenía 6. 

Esa tarde volvió, imaginé su abrazo, casi podía oler su sweater color crema, sentir la tela rugosa en mi mejilla, sus brazos rodéandome completa, su pelo rizado sobre mi cabeza, el sonido de su respiración y su risa silenciosa. El murmullo que sale cuando el amor se desborda. Ella era un lugar, uno cálido y seguro, uno que había desaparecido. 

No volví a tener un momento como ese, pero siempre lo recuerdo, yo que nunca recuerdo nada. Creo que si pudiera le diría que la amo, que en ese tiempo juntas me dio todo el amor que pudo y fue más que suficiente, tanto que regresa a mí siempre, que sigue conmigo, que llena este espacio y todos a los que voy. Pero más que eso, la abrazaría de nuevo, la abrazaría tanto que eso lo diría todo. 

Cuando hurgamos en nuestra memoria podemos correr con la suerte de encontrar la inspiración que tanto estamos buscando afuera. También la podemos encontrar leyendo cuentos de los grandes como García Márquez o Hemingway. Te recomiendo Siete cuentos morales de J.M. Coetzee. 

¿Estás listo para darle una estructura a tus recuerdos y contar cuentos a partir de la memoria? Sin duda, es uno de mis ejercicios de escritura creativa favoritos y seguramente te ayudará a prender esa chispa que estás esperando para incendiarlo todo. 

Autor: Sofía Elena Álvarez

Creadora. Alma Caribe. Periodista

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