María Elena Álvarez y las mentiras que cree

Quiero empezar con una confesión. Cuando me propuse hacer esta entrevista me entraron más nervios de los acostumbrados. Entrevistar a personas que conozco me pone muy ansiosa. Si a eso sumamos que en esta ocasión entrevisté a uno de los seres que más admiro y que más ha influenciado mi vida, ya podrán hacerse una idea de lo que significó este encuentro.

María Elena Álvarez es mi tía y estuvo lejos por un tiempo. Durante los primeros años de mi vida ella estudiaba Artes Visuales en Estados Unidos, pero eso nunca la hizo alguien lejano para mí, se las arreglaba para estar presente aun en la distancia. Lo pienso ahora recordando que nunca sentí que estuviera ausente mientras crecía, a pesar de todos los kilómetros y diferencias de horario.

Mi tía me regaló mis primeros cassettes y discos, recuerdo el de Goodbye Yellow brick road de Elton John y el soundtrack de El Rey León, más tarde vinieron Madonna y Macy Gray. También me regaló mi primer reloj, era un Casio Baby-G azul cielo que amaba y que estuvo conmigo hasta que lo desgasté por completo. 

Años después recuperamos con creces ese tiempo separadas cuando me mudé a Caracas para estudiar la carrera en la universidad y viví con ella. Puedo decir que existe un antes y un después de este momento de mi vida, esta conversación que van a leer está protagonizada por la mujer que me enseñó de poesía, música y tiempo.

Dos días antes de la entrevista

Al despertar lo primero que hago es agarrar el celular (sí, estoy tratando de quitarme este hábito). Toco el ícono de Instagram y empieza el desfile de imágenes: paisajes, balcones, selfies, libros, bebidas y comidas. Aparece en mi feed un post de María Elena Álvarez, una foto de un trabajo en progreso colgado en la pared de su taller. 

Taller de María Elena Álvarez
Cortesía: María Elena Álvarez

Me quedo unos segundos en esa tela, en los universos y situaciones que no se ven en una primera mirada, que forman parte de unos lugares que “no existen”, que están lejos del ruido pandémico, pero en los que ella cree completamente porque es justamente en ellos donde empieza a crear y construir

“Yo siento que siempre en la obra han estado presente las estructuras y he utilizado temáticas como estructuras invisibles, también pienso que realmente el arte es algo que no se ve, que el arte es algo como lo que ocasiona la poesía en el lector o lo que ocasiona la poesía al poeta para que el poeta escriba”, señala.

Nos conecta para la entrevista una videollamada (también un no-lugar), a ella la conozco de toda mi vida pero le pido que se presente y explique brevemente a qué se dedica. 

“Soy artista plástico, venezolana, vamos a decir multidisciplinaria, primordialmente me dedico a la pintura y también a las artes gráficas y el dibujo. Pintura abstracta”, me dice con una sonrisa casi imperceptible. 

En las paredes de mi casa siempre vi sus obras: fotografía, dibujo, pintura. Recuerdo que siempre sentí una conexión que no entendía, no era capaz de explicarlo (todavía me pasa, solo que ahora siento alivio al comprender que está bien no saberlo del todo). Le pregunto por esa mezcla de lenguajes que ha caracterizado su obra como artista plástico y cómo es ese proceso creativo. 

“Actualmente yo utilizo esos lenguajes principalmente -aparte de la pintura- el collage y la gráfica, el dibujo también. Considero que son unos lenguajes muy poderosos, siento que tienen la capacidad de crear, de proponer y establecer nuevos mundos para que el espectador se plantee retos visuales, emocionales y conceptuales frente a lo que es la obra en cada una de esas disciplinas y en los distintos formatos que se presentan”, explica.

Maria-elena-alvarez-y-soficcional-en-caracas
Caracas Circa 1992 – María Elena Álvarez dictando un taller de pintura a Sofía Elena Álvarez en la barra del abuelo Gustavo

En la mesa del comedor, en Horizonte

No soy especialista en arte, me acerco tímidamente a él sin tecnicismos y seguramente pecando en el uso de conceptos académicamente errados, pero es innegable el diálogo que se abre entre la obra y el espectador, ese acto tan íntimo que muchas veces no sabemos expresar pero que despierta toda clase de sensaciones irrevocables, tan naturales.

“Yo siento que las artes visuales tienen eso, digamos que el lugar es el no-lugar (…) Me apasiona mucho esa idea, me parece algo abstracto y poético al mismo tiempo, y trabajar con imágenes, leer imágenes viniendo de la literatura y la poesía es como la materia prima de mucho de mi proceso creativo”. 

Álvarez habla de la lectura como un detonante muy poderoso, pero aclara cuál es el tipo de contenidos que consume. Nos reímos un poco cuando tocamos este tema porque este espacio digital en el que escribo lleva la ficción hasta en el nombre y la artista confiesa que sus lecturas suelen ser textos académicos, críticas y ensayos que no dan cabida a pactos ficcionales, a excepción de la poesía, “porque es una mentira que te hace sentir algo que es muchísimo más real”.

“En conjugar todas esas cosas, ahí yo veía poesía, en lo que no entendía, en lo abstracto de todas esas ideas que literalmente su código como letra dice algo, pero lo que en mí ocasiona, en mi caso como lector, es algo indescriptible y abstracto, lo que yo siempre he llamado una gran mentira, en la única que yo creo que es la poesía”.

Mi tía y yo pasábamos horas hablando en la mesa de la cocina, tomando café o cerveza, horneando pizza o picando salchichón, queso y aceitunas. Muchas veces yo sonreía porque no sabía qué responder a las frases que soltaba, sus análisis, los comentarios llenos de inteligencia, sensibilidad y humor, los consejos que nunca faltaban. Era poesía.

Pintura-taller-María-Elena-Álvarez
Cortesía: María Elena Álvarez

“Abrir mundo es solo una redoma”

La idea de saber y estar siempre al tanto de lo que pasa es un tema que me apasiona en el marco de los espacios de encuentro virtuales, particularmente en el consumo de todo tipo de contenidos dentro de las redes sociales. Por trabajo y por placer.

Marc Augé, antropólogo francés que acuñó el concepto del no-lugar a principios de los 90, explica este consumo vertiginoso de información como una estancia permanente: “Estamos en el mundo con referencias que son totalmente artificiales, incluso en nuestra casa, el espacio más personal posible: sentados ante la tele, mirando a la vez el móvil, la tableta, con los auriculares… Estamos en un no-lugar permanente; esos aparatos nos están colocando permanentemente en un no-lugar. Llevamos el no-lugar encima, con nosotros”.

Creo que, conscientemente o no, durante estos días de aislamiento por la pandemia todos estamos construyendo este espacio propio que se hace más obvio por el encierro y la soledad, un no-lugar que no es necesariamente mejor que la realidad pero quizás uno al que escapar de vez en cuando.

Además del perfil @malvarezlourens en Instagram existe el de El Sentinel del Sol, “el que cuida mis pinturas de noche”, dice sonriente. No puedo evitar preguntarle por la cuenta de este “celador” en la red social y lo que allí registra. 

“Le dije ‘vamos a hacer una cosa, no te quedes en el taller, haz lo mismo pero métete en una de las obras, métete en uno de los cuadros’, y lo envié al mar. Claro, al entrar en la obra, está en una isla rodeado de agua, ‘te fuiste para allá a hacer una estructura, tú estás construyendo algo allí y ese es el trabajo, ese es el oficio’. Él es un cuidador, ejecutante de  una obra que no existe pero que es contínua, es un work in progress todo el tiempo”, relata.

Aunque podría creerse que Álvarez es muy cercana a las redes sociales, confiesa que su relación con ellas es muy poca; aunque afirma que Instagram, por ser la red visual por excelencia, la ha aproximado a otros colegas en un diálogo silencioso gracias a esa sensación de cercanía, real o no, que caracteriza a estas plataformas. 

Me pregunto si el Sentinel del Sol está también en cuarentena o si estos lugares no saben de pandemias. Sin embargo, el taller que tiene en casa sí ha presenciado algunas secuelas del confinamiento.

“A muchos de nosotros no se nos ha hecho tan duro en cierta forma porque trabajamos en soledad, en un taller, los que tenemos el taller en la casa hacemos muy poca vida social y muy poca vida urbana. Pero es increíble, a pesar de que estamos en una suerte de confinamiento permanentemente por la profesión, a pesar de ello se siente aún más silencio, más calma”.

Esa tranquilidad me devuelve a la idea de la construcción del espacio propio así como a la estancia permanente dentro de las redes sociales, esa necesidad de traer ruido cuando no soportamos el silencio y viceversa.

María Elena, mi tía, me enseñó a aprovecharlo todo para esa construcción: atesorar las ausencias, apreciar el silencio, el tiempo como recurso, la observación como insumo infinito, el trabajo como modo de vida (no como oficio a cambio de un pago, sino el trabajo como oficio del ser y como alimento). 

“La gente aprende a sujetarse”

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Cortesía: María Elena Álvarez

Pasan días desde la entrevista y veo el último post de María Elena Álvarez en Instagram: son varias piezas llenas de color, líneas, circunferencias, trazos. En el texto que acompaña a la imagen nos asoma que se trata de un bosque. Puede que no lo veamos o puede que sí, pero algo empieza, un nuevo pacto, un lugar que imaginar y habitar aunque sea por un momento. 

Cuando la acompañaba en silencio en el taller, la miraba trabajar desde la mesa, ella ponía música y yo viajaba. Ella también me aterrizaba, todavía lo hace, a veces parece que tiene poderes para adivinar que algo está pasando y me envía un mensaje por whatsapp: “Fíjate tú que concluyo que la vida le va poniendo a uno como unas ‘tropas’, ojo, esto sin ningún sentido militar. Y estoy concluyendo que uno, comienza a pertenecer es a la ruta que las mismas plantean.  Esto porque he aprendido a distancia, a apreciar la tuya desde allá. Decir”. 

Ahora que todos estamos sorteando tantas distancias, ausencias y silencios le pregunto por algún aprendizaje durante los días de aislamiento. 

“Yo pienso que todo el aprendizaje vendrá porque aprender es entender que entendemos algo y eso toma tiempo. Que esta experiencia que ahorita es ongoing no ha terminado, cuando esta experiencia decante pues será muy interesante reflexionar y compartir esas ideas. Mientras tanto sigue siendo un work in progress este tiempo de vida que nos ha tocado vivir y sí, por supuesto tiene su aprendizaje incorporado. El que yo estoy soñando vendrá, cuando todo pase, el que yo estoy soñando entender y aprenderlo y contártelo”. 

Mi tía dice que ella es solo un garabato, a lo mejor todos lo somos, eternos proyectos en proceso. Pero hay garabatos que pintan el alma y esos trazos nunca más se van, para nuestra suerte. Esa es mi definición de arte y me la enseñó ella.

Autor: Sofía Elena Álvarez

Creadora. Alma Caribe. Periodista

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