Diario de cuarentena: las cosas que no quiero olvidar (Primera entrega)

Recordaré que sentí rabia y soñaba cosas extrañas. Que la distancia también fue buena. Que me sentía como en una película y fue inspirador. El balcón fue mi lugar favorito, el sol se sentía como una carga directa y unos días fue necesario trabajar en vestido de baño.

Recordaré las veces que me hicieron reír. Que llegué aquí. Recordaré que nos amamos mucho. Los días eran más claros, más azules y más verdes. El café era un placer que me cambiaba el día. Nos sentimos privilegiados. 

Recordaré que no abracé por mucho tiempo y que no paraba de soñar con hacerlo de nuevo. Que a pesar de la distancia nos acercamos más, de otras formas. Recordaré las lecturas, que escribí hasta sin querer y todas las veces que hablé sola. 

Recordaré que bailaba en mi cuarto e imaginaba fiestas con todos. Que la cerveza me llevaba a casa y muchos más lugares. Las tensiones, el estrés. Todos los platos que lavé y las veces que peleé sola por tonterías.

Las veces que me cuestioné y me respondí que estaba bien ser yo, como fuera. Recordaré cuando me sentí sola, sola sin mí y sola conmigo. Que una noche tembló. Todas las lluvias, afuera y adentro.

El cielo desde el balcón el día 31 de cuarentena

Recordaré que hice yoga y cuanta rutina me gustaba. Que recordé amores pasados. Que fantaseé con reencuentros, pensé en besos dados y sin dar. 

Recordaré que tuve miedos, justificados o no. Que muchas veces hablé de más y otras callé mucho. Que perdí la paciencia y no dije nada por no encontrar las palabras. Recordaré que no pude encontrar las palabras muchas veces y por eso escribía. Escribía. Que quise decir cosas y tuve miedo, que luego esas cosas que no decía salían por otras grietas. 

Recordaré la caminata mágica hasta las escaleras que dan al parque, solo para ver el atardecer. Que una noche un cuadro empezó a sonar en la sala. Que lloré sabiendo y sin saber por qué. 

Recordaré que la música fue salvación. Que me bailé todo. Las coreografías de viernes en la noche. Las fiestas silenciosas. Que llegaron muchas ideas y me emocioné sabiendo que podía hacerlas todas. Que estuve en una isla sin mar.

Recordaré todos los mensajes de cumpleaños que grabé y envié. Las videollamadas y reencuentros en línea. Los mensajes inesperados. El apoyo. Recordaré que extrañé el mar, más que nunca. 

Recordaré que cada vez me dio menos miedo decir lo que sentía y quería. Que algunos días me arrepentía de haber dicho tanto, pero al final sabía que estaba bien. Recordaré que tuve que tomar decisiones. Que tuve que posponer el viaje soñado. 

Recordaré las contradicciones. Que dejaba de contar cuántos días iban de cuarentena. Que muchas veces no sabía qué día era. Que se me pasaban muy rápido. Que pensé que era el fin del mundo pero en realidad fue el final de otras cosas. 

Que aquí estoy. Que hay que creer y crear mientras se pueda. Siempre.

Autor: Sofía Elena Álvarez

Creadora. Alma Caribe. Periodista

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