Soy Feminista, me gustan los hombres y bailo reggaetón

por que soy feminista

Tengo una amiga que usa la palabra “feminazi” y a la que le incomoda muchísimo el concepto de feminismo. Sigo leyendo todo lo que puedo y aprendiendo para poder hablar mejor con ella sobre lo que verdaderamente significa y no lo que ella cree que es. 

Debo aceptar que la primera vez que me preguntó si era una feminazi se me hizo un nudo en la garganta, fue muy difícil ocultar mi indignación, no porque debiera hacerlo sino porque creo que la respuesta a ese tipo de comentarios debe ser comprensiva y no reactiva, al final nos necesitamos a todas, estamos para sumarnos no para excluirnos. 

Ayer tenía en las manos Todos deberíamos ser feministas de Chimamanda Ngozi Adichie, me preguntó qué estaba leyendo y al mostrarle la portada del libro me miró y soltó un gesto de decepción. No quise cometer el error de aquella vez, en la que reaccioné antes de tratar de comprender a qué se debe su rechazo. Solo moví la cabeza en negación, no es del todo la reacción que quiero tener pero es un primer paso. 

Cómo empezar con el Feminismo (y perderle el miedo a la palabra)

Creo que todas podemos empezar por hacer una revisión de nuestras propias experiencias para entender qué es lo que el feminismo lucha y promueve. Estoy muy segura cuando digo esto, incluso a lectoras que no conozco personalmente: todas las mujeres hemos tenido algún episodio de machismo en nuestras vidas y eso nos ha hecho padecer de alguna injusticia (en mayor o menor medida) solo por el hecho de ser mujeres.

Esas injusticias incluyen cosas tan mínimas como mandarme a mí a lavar los platos y no a mis primos varones, regañarme en la mesa por no servirle la comida a mi novio y uno de los clásicos: decirme que a mi edad ya debería estar casada. 

Algunos comentarios no fueron tan mínimos o al menos no a la edad que me los dijeron.

Recuerdo que al estar recién graduada de bachillerato un tío me criticó algo físico diciéndome que a los hombres no les gustaban ‘las mujeres así’. 

En ese momento mi respuesta fue la de una niña que no quería ser criticada por algo tan superficial: el que me quiera me tendrá que querer así y si no me quiere por eso, entonces ese no es. Hoy en retrospectiva me parece que fue una buena respuesta, pero la verdad es que ese comentario me afectó por mucho tiempo y me llenó de un montón de inseguridades. Especialmente porque me lo dijo alguien cercano y yo estaba en una edad muy vulnerable. 

En una de mis primeras experiencias como periodista me eligieron para un proyecto porque necesitaban una mujer con cara bonita (y así me lo hicieron saber de frente, como si era un halago que tenía que agradecer además), cuando yo lo único que quería era que reconocieran mi trabajo como escritora. 

En otro trabajo me advirtieron de un colega que tenía una larga trayectoria como periodista, este señor podía ser mi papá.

Una compañera me dijo que me cuidara porque le gustaba echarle los perros a las chamitas nuevas como yo. Hoy me impresiona cómo es que eso era ya un comportamiento aceptado, algunas lo veían hasta como una travesura o impertinencia, en vez de llamarlo por su nombre: ACOSO

Pero no todas estas situaciones pasan en el espacio laboral. Cuando todavía vivía en Venezuela y la opción de salir del país por la crisis era una conversación muy común (todavía lo es), varias personas me sugirieron que si mi novio tenía la oportunidad de salir a trabajar en el exterior debía dejar todo e irme con él sin pensarlo.

En el 2018 tuve la oportunidad de que me trasladaran a Colombia por la empresa en la que trabajo, pregúntenme cuántas personas le dijeron a mi novio que debía dejar todo para irse conmigo. Nadie. Eso sí, unos cuantos me preguntaron preocupados -casi en tono de reclamo- cómo me iba a ir y “dejarlo” (?). 

Como esos tengo muchos episodios más, la verdad es que crecemos creyendo que esos comentarios y comportamientos son normales, que están bien, que eso es lo que debemos hacer con nuestras vidas, que así es como debemos actuar, sin mayores ambiciones más que llenar las casillas que la sociedad nos ha ido poniendo como “adecuadas”. 

Quitándome la venda

Recuerdo una entrevista que escuché a Juliana Abaúnza, creadora y productora de televisión, diciendo que una vez que descubrías el feminismo era como quitarte una venda de los ojos: ya no volverás a ver nada igual (eso incluye tus libros favoritos, autores, películas, canciones y por supuesto el lenguaje en general). 

Cuánta razón tienen al decirlo, ahora estoy muy atenta a las cosas que digo y critico en otras mujeres, el machismo y la misoginia con la que nos programaron desde niñas, las expectativas que ponen sobre nosotras (las que a veces nos ponemos nosotras mismas). 

Volviendo a la lectura que inspiró este post, Todos deberíamos ser feministas es una publicación cortita de poco más de 50 páginas, que es en realidad una adaptación de la charla TED que dictó la autora nigeriana hace 8 años y que les dejo abajo.

Adichie relata de una forma honesta, personal y didáctica cómo hemos evolucionado, pero nuestras ideas de género no mucho.

“Enseñamos a las chicas a tener vergüenza. ‘Cierra las piernas’, ‘tápate’. Les hacemos sentir que, por el hecho de nacer mujeres, ya son culpables de algo”.

Me llena de rabia saber que muchas mujeres sufren consecuencias terribles de una sociedad machista y misógina: una mujer es asesinada cada dos horas en América Latina. Me entristece pensar en las niñas que crecen creyendo que no tienen las mismas oportunidades y libertades, incluso que son menos y que sientan que sus sueños no son posibles. 

Lo que estoy haciendo para tratar de cambiarlo y es algo que podemos empezar a hacer cada una de las personas, es: cuestionar todo lo que nos han enseñado, lo que creemos que es normal, empezar a desaprender con pequeñas acciones diarias que en mi caso se han traducido en respetar, entender y apoyar más. #Sororidad #Empatía

Es hora de romper mitos sobre el feminismo: no buscamos la superioridad, no es odiar a los hombres, puedo maquillarme, depilarme y ser feminista (por favor: me gusta el reggaetón, lo bailo y eso no me hace menos feminista).

Les dejo la definición de Chimamanda Ngozi Adichie que me parece perfecta para terminar de perderle el miedo y dejar de satanizar:

Todos podemos empezar por eso, por entender que hay un problema que necesita ser solucionado, tendremos un mundo más feliz a medida que sea uno más justo, donde las expectativas de género no sean la norma sino las verdaderas capacidades de unos y otros en libertad.

Amiga: espero que pronto destierres todas esas falsas creencias que tienes sobre el feminismo, te espero llena de amor y ganas de transformarlo todo.

Autor: Sofía Elena Álvarez

Creadora. Alma Caribe. Periodista

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